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“Si estás gordo es porque quieres”. Posiblemente, si le dieran un euro a cada una de las personas con sobrepeso que han escuchado alguna vez esta frase, podrían comprarse una isla alejada de individuos que comentan el peso ajeno. Lamentablemente, eso no es posible. Como tampoco lo es adelgazar con la facilidad pasmosa de la que hablan todos esos opinólogos. Y es que, aunque a grandes rasgos para adelgazar sea necesario quemar más calorías de las que se consumen, hay otros muchos factores que influyen en el peso.
La alimentación es importante, como también lo es el ejercicio, pero la genética de cada uno tiene un papel indispensable. Esto ya lo sabemos, pero no somos conscientes de cuánto influye. Y es que, según un estudio realizado recientemente por científicos de la Universidad de Virginia, la genética influye en el peso incluso más que la dieta.
Es cierto que han llevado a cabo el estudio en ratones, por lo que sería necesaria más investigación en humanos para confirmar los resultados. No obstante, disponen de suficientes indicios para que esas personas que aseguran que “si estás gordo es porque quieres” se mantengan en silencio. De hecho, no es necesario ningún estudio, basta con un poco de educación.
Para la realización de este estudio sobre los factores que influyen en el peso, los científicos tomaron cuatro grupos de ratones con distintos orígenes genéticos. Cada uno tomó una dieta diferente, que podía ser vegetariana, vegana, mediterránea o típica estadounidense. Esta última, como bien sabemos, se asocia mayormente con sobrepeso y problemas de salud.
Antes de someterse a cada dieta, los ratones se pesaron. Además, se les midieron niveles de lípidos y azúcares en sangre. Después, una vez finalizado el tiempo del estudio, se hicieron las mismas mediciones.
Así, se vio que los animales que se habían sometido a la misma dieta tenían diferencias muy marcadas en los parámetros asociados al peso. Estos se relacionaban directamente con su origen genético, por lo que este estaba teniendo mucha más influencia en el peso que la alimentación.
Hay otros muchos factores que influyen en el peso y que no tienen nada que ver con la alimentación o el ejercicio. Ni siquiera con la genética.
Estos son, entre otros, el consumo de determinados fármacos, la ansiedad, la falta de sueño o ciertas enfermedades. En el primer caso nos encontramos, por ejemplo, algunos antidepresivos, betabloqueantes, corticoides o medicamentos para la diabetes. La ansiedad se asocia a la elevación de los niveles de cortisol. Esta hormona, conocida como hormona del estrés, es una de las consecuencias de los mecanismos de lucha o huida del ser humano. Son mecanismos muy antiguos evolutivamente, que nos ayudan a preparar nuestro cuerpo para enfrentarnos a una amenaza o huir de ella. Era muy útil cuando en el pasado teníamos que huir de un león, pero no tanto cuando nuestro cuerpo interpreta que una entrega importante del trabajo es ese león. O cuando la ansiedad se vuelve crónica y vemos leones por todas partes.
Los mecanismos de lucha o huida nos preparan para la amenaza a través de efectos como el aumento de la frecuencia respiratoria y el ritmo cardíaco, la tensión de los músculos o la dilatación de las pupilas. Todos ellos son síntomas que se asocian a la ansiedad. Además, necesitamos mucha energía para combatir esa amenaza, real o imaginaria. Aquí entra en juego el cortisol, ya que promueve la acumulación de grasas, que actúan como reserva de energía. También aumenta los antojos por alimentos muy energéticos, como snacks azucarados o comidas con mucha grasa. Todo eso nos hace engordar. Por eso, por mucho que hagamos ejercicio y cuidemos la alimentación, el estrés puede dificultarnos mucho perder peso.
Por otro lado, se ha visto que la falta de sueño estimula la liberación de grelina e inhibe la de leptina. La primera es una hormona que aumenta el apetito y la segunda otra que lo reduce. Esto indica que dormir poco nos hace comer más, porque así tenemos más energía para sobrellevar la falta de sueño. Lamentablemente, eso también nos hace engordar. Como lo hacen ciertas enfermedades, como el hipotiroidismo o el síndrome de ovario poliquístico.
En definitiva, cuando vemos que una persona ha engordado puede ser por muchos motivos. Tampoco digas eso de “como se nota que estás feliz, cuánto peso has cogido”. Comer mucho no es siempre signo de abundancia o de felicidad. El sobrepeso puede estar relacionado con enfermedades, depresión, ansiedad o un estrés terrible que no nos deja dormir. También puede ser un regalo de nuestra genética. No opinemos de los cuerpos de los demás, porque no sabemos qué hay detrás de sus cambios. Ni cuando engordan, ni cuando adelgazan.
Escrito por Mozoilo Irratia
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