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todayjulio 18, 2020
Una de las cosas que se han descubierto sobre la covid-19 es que el virus se esparce mucho menos al aire libre. Esto es algo un tanto obvio, pero ahora sabemos que hacer cualquier cosa en exteriores reduce el riesgo de contagio, incluso más que usar mascarillas sanitarias (lo cual no quiere decir, claro, que estar al aire libre nos exime de usar cubrebocas). De hecho, como refiere este artículo del New York Times, son ya varios los estudios que muestran que el riesgo de contagiarse de coronavirus al aire libre puede ser hasta veinte veces menor.
Ante esta información, existe una pequeña revolución en distintos rubros que se centra en mover las actividades al exterior y en construir infraestructura para poder hacer esto. Por ejemplo, la Universidad de Rice, en Houston, ha anunciado que está construyendo nueve grandes «salones de clases» exteriores para poder acomodar estudiantes en el exterior. Rice utilizará tiendas abiertas y otras estructuras en las cuales se colgarán pantallas y otras herramientas didácticas. Uno de los retos más inmediatos, por supuesto, es lidiar con el clima: la lluvia, el frío y el calor, pero el ser humano lleva haciendo esto por milenios y, con un poco de creatividad y resiliencia, la idea parece excelente.
Incluso esta podría ser una tendencia no sólo adaptativa, sino una forma de mejora o complemento de la educación y la convivencia en general a largo plazo, especialmente en el caso de sitios que tienen la capacidad de realizar actividades así en la naturaleza, en medio de árboles y jardines que nutren tanto el cuerpo como el espíritu. La tendencia de mover las cosas hacia el exterior, de no «encerrarse» y hacer comunidad con la naturaleza podría ser una de las cosas positivas que podrían salir de esta terrible pandemia. Aunque esto también parece ser un lujo que sólo ciertos países desarrollados pueden darse, o al menos sólo países que han tenido la previsión de no eliminar las áreas verdes de sus ciudades.
En diferentes partes del mundo se reitera esta tendencia. En Dinamarca, las escuelas han utilizado parques públicos, jardines e incluso estadios de futbol para seguir con las clases. En Estados Unidos, como señala también el New York Times, muchas ciudades han eliminado las restricciones a restaurantes que ofrecen el servicio de cenar afuera, a la luz de la luna y con el sano viento (en lugar del aire acondicionado).
Otra tendencia que se espera –en parte como un antídoto al burn-out de Zoom y la fiebre de videollamadas que se ha suscitado en los últimos meses– son reuniones de trabajo en parques. Algunos eventos musicales empiezan a ser realizados también en exteriores, si bien se pide a los asistentes que permanezcan en sus autos (tal y como ocurrió recientemente en Alemania).
Escrito por Mozoilo Irratia
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