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Una vasija del siglo II a.C. hallada en Perpiñán remueve la historia del euskera y el íbero

todayfebrero 26, 2025

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Una vasija del siglo II a.C. hallada cerca de Perpiñán podría convertirse en un eslabón clave de cara a avanzar en el conocimiento sobre el origen del euskera, su relación con otras lenguas y su grado de conexión con el ibero. El dolium en cuestión, hallado en el oppidum ibérico de Ruscino, cuenta con una inscripción con el término ogei, que representaría su capacidad: 20 ánforas. La clave es que el término es idéntico el vasco hogei (veinte), reforzando la idea de que el sistema numérico ibero calca los números en euskera y la perspectiva de que ambas lenguas puedan pertenecer a una misma familia.

El epigrafista de la Universitat de Barcelona Joan Ferrer i Jané acaba de publicar la investigación, rescatando una visión reformulada del vascoiberismo. Así lo explica Eduardo Orduña, lingüista, iberista y catedrático de Latín de Secundaria, en plena sintonía con Ferrer: “Históricamente, desde el vascoiberismo se había señalado que el vasco podría provenir del ibero o ibérico. Lo que defendemos hoy es que son lenguas diferentes con una relación genética: son de la misma familia. El ibero desapareció y el vasco habría evolucionado hasta el euskera histórico a través del contacto con otras lenguas”.

Ferrer y Orduña llaman la atención sobre la similitud de los números en euskera con lo que parecen los números ibéricos

De esta manera, volvería a ganar peso la idea de una relación intensa entre el entorno lingüístico vascoaquitano y la lengua de los iberos, que se llegó a hablar desde la Narbona francesa hasta la actual provincia de Jaén. Se trata de una teoría con un larguísimo recorrido histórico. Su origen remoto sería la descripción de Estrabón en torno a las similitudes entre aquitanos e iberos. y el último capítulo tendría que ver con la vasija hallada en Perpiñán,

“El dolium de Ruscino fue descubierto en los años 80, aunque hace una década, gracias a Eduardo Orduña, se empezó a vincular ese ogei con el oŕgei que había identificado en otros hallazgos. Cuando supe que el dolium estaba completo pensé que podríamos verificarlo, determinando si su capacidad era de 20 ánforas. Di con seis dolía enteros con marcas de capacidad en signos latinos y determiné que el de Ruscino estaba, por sus medidas, entre uno encontrado en Santa Pola con una capacidad de 23, y otro hallado en Badalona, con 17 de capacidad. Por tanto, la marca del dolium debía ser un número entre 18 y 22, por lo que el valor 20 para ogei era plenamente plausible. Además, sabemos que ese grafito debe ser una marca de capacidad: es lo habitual en los grafitos potscocción sobre dolia”, explica Ferrer i Jané.

El hallazgo se suma a la hipótesis de que los numerales iberos serían prácticamente calcados a los números en euskera: ban (en euskera bat, uno); bi o bin (bi, dos); irur (hiru, tres) lau o laur (lau, cuatro); borsts o bors (bost, cinco), sei (sei, seis); sisbi (zazpi, siete); sorse (zortzi, ocho); abaŕ (hamar, diez); erdi o erder (erdi, mitad)… “Para algunos valores tenemos apoyo a través de monedas y, además, la combinatoria es consistente para formar numerales complejos. Ogei o oŕgei siempre va con otros numerales; por ejemplo, oŕgeikelaur sería la suma de oŕgei y laur, similar al eusquérico hogeita lau (24); abarkebi, la de abar (10) y bi (2), similar a hamabi (12). Entre la base y el átomo suman la conjunción ke”, añade.

La similitud deja boquiabierto a cualquiera que sepa contar en euskera, aunque Orduña va más allá. “A nivel fonológico es algo reconocido que son lenguas parecidas y las estructuras de las sílabas son similares. El genitivo en –n es idéntico al del vasco histórico y tenemos inscripciones parlantes, en primera persona, en las que aparece un ni similar al pronombre en primera persona vasco (ni, yo), una propuesta de Javier Velaza y Noemí Moncunill. Además, por citar otra similitud, a final de año publicaré una investigación sobre la similitud en los nombres de parentesco”, explica Orduña.

Borja Ariztimuño es cauto: “Necesitamos más y mejores pruebas”

Entre los vascólogos, mientras, prima la prudencia. Así lo explica el lingüista Borja Ariztimuño doctor en Filologia con una tesis sobre el euskera arcaico: “No es que no creamos que esas palabras que han aparecido son números, simplemente pensamos que, por ahora, no es posible saberlo con certeza. Creemos que hacen falta más y mejores pruebas (cognados morfológicos y correspondencias fonológicas regulares) para hablar de una relación de parentesco”.

En lo que sí coinciden las partes es en que desde el hallazgo de la Mano de Irulegi en el año 2022 a pocos kilómetros de Pamplona existe un interés creciente de los vascólogos en el ámbito ibérico. Tanto Ferrer como Orduña vinculan esta inscripción encontrada en Navarra con el euskera y el ámbito lingüístico vascoaquitano, pero ven una cercanía al ámbito ibérico, especialmente en lo que se refiere al signario.

Ariztimuño considera que el hallazgo de Irulegi, y los que puedan aparecer, “nos puede llevar a pensar en una influencia del ámbito ibérico más profunda de lo que pensábamos”: “Los vascones, que eran quienes vivían en la zona, aprendieron ese signario de alguien y se parece más al ibérico que al celtibérico”.

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Orduña hace una reflexión muy intuitiva: “Estamos hablando de dos lenguas preindoeuropeas que se hablaban en un espacio geográfico no tan lejano antes de la llegada del latín, es lógico pensar que pudieran tener una relación”.

El euskera, tan vinculado al eje atlántico y al ámbito pirenaico, ¿pudo haber tenido una lengua hermana en el eje mediterráneo? Joan Ferrer i Jané está convencido de que los análisis paleogenéticos ayudarán a dilucidar este viejo misterio.



Escrito por Mozoilo Irratia

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